Más notas para entender este temaLa economía feliz de Tecnópolis: una mirada parcial de la realidad La versión 2012 de Tecnópolis tiene algunos cambios respecto de la del año pasado.
Una de las primeras diferencias está en el mundo del transporte. Además de haber cambiado de ministerio (ahora pertenece a la cartera del Interior y ya no más a Planificación Federal), algunas de las cosas que se mostraban con orgullo entonces fueron cambiadas.
Una de las principales distinciones es Aerolíneas Argentinas. En 2011 la aerolínea estatal era una de las estrellas con un simulador de vuelo y una línea de tiempo que mostraba los 60 años de vida de la compañía. En la versión 2012 desapareció. Quizá los $ 2476 millones de subsidios que necesitó durante los primeros siete meses del año para mantenerse la disuadieron de participar este año. Sucede que hasta el 31 de julio recibió $ 759 millones más que los que necesitó para transitar el mismo período de 2011.
La muestra ferroviaria también viró. En la versión 2011, la industria mostraba con orgullo los trenes doble piso construidos en Emfer, la empresa del grupo Cirigliano. Justamente esos coches fueron eje de una polémica poco después de ocurrida la tragedia de Once, ya que mientras el ramal adolecía de frecuencias, en el predio aún estaban esas formaciones. También había un vagón que pertenecía a Ferrovías, dueña del taller de ferrocarriles Emepa ubicado en Chascomús. Para este año desaparecieron las referencias a los privados. Aquellos trenes que se mostraban orgullosos han desaparecido y todo tiene al Estado como único actor.
La Secretaría de Transporte, que maneja desde hace poco tiempo el ministro del Interior, Florencio Randazzo, sólo exhibe un circuito de karting para que los pequeños puedan jugar a conducir. Eso sí, el ministro muestra a pocos metros de allí uno de los mayores logros de la gestión kirchnerista: un contenedor en el que se puede tramitar el documento nacional de identidad en pocos minutos.
También en la versión 2011 había dos casas que aportó Meldorek, la empresa de Sergio Schoklender, construida con paneles. La instalación, que era un desarrollo que sería parte de los programas que manejaban las Madres de Plaza de Mayo, se instaló en la parte de atrás del predio.
Pero Schoklender también perdió el favor oficial. Entonces los organizadores de la obra decidieron esconderlas. Durante mucho tiempo, detrás de una media sombra como para que pasen lo más inadvertidas posibles, parte de las oficinas administrativas de la feria funcionaban en las casas prefabricadas por Meldorek..