10/11/2008 02:13
                                      Página 12 - Nota - Economía 
                                      - Pág.10
                                      ECONOMIA › LA ESTRATEGIA OFICIAL PARA 
                                      QUEDARSE CON AEROLINEAS ARGENTINAS
                                      Rescate sin nuevos aportes
                                      
                                      >La ley de “rescate accionario” 
                                      le permitiría al Estado capitalizar 
                                      el equivalente a poco más de 200 
                                      millones de dólares que puso desde 
                                      julio y recuperar por la vía de una 
                                      eventual intervención el “servicio 
                                      público”.
                                    Por Cledis Candelaresi
                                    El Gobierno se dispone a rescatar las acciones 
                                      de Aerolíneas Argentinas y Austral 
                                      sin aportar dinero adicional al que ya desembolsó 
                                      para sostener esas compañías. 
                                      La estrategia todavía se está 
                                      puliendo en las oficinas de Planificación, 
                                      donde impera el criterio de no revelarla 
                                      hasta el próximo miércoles, 
                                      día en el que se de-sarrollará 
                                      la asamblea de accionistas. Las variantes 
                                      consideradas por estas horas no son muchas 
                                      y están basadas en la propia ley 
                                      de rescate accionario votada en septiembre. 
                                      Según la interpretación oficial, 
                                      esta norma le permitiría al Estado 
                                      capitalizar el equivalente a poco más 
                                      de 200 millones de dólares que puso 
                                      desde julio hasta ahora y recuperar por 
                                      la vía de una eventual intervención 
                                      el “servicio público”, 
                                      cuya prestación está en riesgo 
                                      por cuestiones imputables al accionista 
                                      privado. De esta manera, Marsans debería 
                                      irse declinando su pretensión de 
                                      cobrar algo y el Gobierno eludiría 
                                      el recurso de última instancia, como 
                                      la expropiación lisa y llana, que 
                                      luego debería avalarse por una ley 
                                      específica.
                                    El accionista español es aún 
                                      formalmente el dueño mayoritario 
                                      y soberano en la asamblea de accionistas. 
                                      En virtud de esa potestad, durante el último 
                                      cónclave aprobó el balance 
                                      2007 y pasó a cuarto intermedio hasta 
                                      el 12 de noviembre, cuando inevitablemente 
                                      debería considerarse el “de 
                                      corte”, que cerró a mediados 
                                      del 2008. El primero descubre que la empresa 
                                      tiene un rojo operativo de 82 millones de 
                                      pesos, monto que subiría a 1004 millones 
                                      seis meses después.
                                    Ese rojo genera un dilema: si para esto 
                                      es válida la Ley de Sociedades, la 
                                      empresa se capitaliza o se disuelve. Aquí 
                                      un elemento que podría utilizar el 
                                      Gobierno para forzar una solución 
                                      con Marsans, en apariencia imposible por 
                                      una vía consensuada.
                                    Que Aerolíneas está en quiebra 
                                      técnica y eventual disolución 
                                      no es un secreto para nadie. Pero hasta 
                                      ahora, ninguna instancia estatal actuó 
                                      de oficio como hubiera correspondido ante 
                                      esta situación. La Inspección 
                                      General de Justicia podría tomar 
                                      cartas en el asunto, lo que comprometería 
                                      la personería de Interinvest, sociedad 
                                      jurídica que los españoles 
                                      crearon para poder operar en el mercado 
                                      argentino como socios mayoritarios de una 
                                      línea aérea. El juez que entiende 
                                      en el concurso, Jorge Sícori, tampoco 
                                      se avino a disponer la intervención 
                                      de la empresa, aun cuando supo que el pasivo 
                                      post concursal rozaba los 1000 millones 
                                      de dólares. Todos esperan una solución 
                                      política, hallazgo del máximo 
                                      nivel del Gobierno.
                                    Esto estaría animando al secretario 
                                      de Transporte, Ricardo Jaime, y al subsecretario 
                                      Legal de Planificación, Rafael Llorens, 
                                      a una jugada más audaz, que comenzaría 
                                      a instrumentarse el miércoles, pero 
                                      que podría coronarse luego con una 
                                      ley. Cuentan a favor con la ley 26.410 de 
                                      rescate accionario, que nadie objetó 
                                      formalmente.
                                    La norma proporciona dos herramientas clave. 
                                      Una consiste en haberle devuelto a la actividad 
                                      aerocomercial el carácter de “servicio 
                                      público”, lo que le da al Estado 
                                      mucho más margen de maniobra para 
                                      recuperar la empresa, argumentando el incumplimiento 
                                      de la prestación de parte de los 
                                      españoles. La drástica pauperización 
                                      del servicio y probada falta de inversión 
                                      son dos pruebas contundentes en este sentido, 
                                      que habilitarían una eventual intervención, 
                                      vía Inspección General de 
                                      Justicia.
                                    Pero la ley también precisa en carácter 
                                      de qué se hacen los millonarios aportes 
                                      que vino concretando el Estado para cuestiones 
                                      tan básicas como el pago de sueldos 
                                      o los leasing o, al menos, abre la puerta 
                                      para una eventual capitalización. 
                                      Este será otro elemento de presión: 
                                      o los accionistas privados resuelven el 
                                      problema del patrimonio negativo aportando 
                                      fondos frescos para evitar la liquidación 
                                      o lo hace el accionista minoritario que, 
                                      por la vía de un asiento contable, 
                                      aumentará drásticamente su 
                                      participación accionaria, que hoy 
                                      es de sólo el 5 por ciento.
                                    Según la interpretación oficial, 
                                      la mentada ley habla de “rescate”, 
                                      en primer lugar, y “compra” 
                                      sólo en segundo término. El 
                                      orden en el que se dispusieron ambos pasos 
                                      no sería indiferente a la estrategia 
                                      para resolver una situación compleja, 
                                      en la que es imposible que el Gobierno se 
                                      ponga de acuerdo con Marsans sobre un eventual 
                                      precio. En la lógica oficial, la 
                                      prioridad es rescatar y no comprar.
                                    Jaime quiere ir a la Comisión Bicameral 
                                      para hacer saber a los legisladores que 
                                      la única cotización coherente 
                                      es la del Tribunal de Tasaciones de la Nación, 
                                      que fijó un valor negativo: éste 
                                      oscila entre los 832 y 622 millones de dólares, 
                                      según el método de valuación 
                                      utilizado. Pero básicamente pretende 
                                      expresar in situ por qué el trabajo 
                                      del Credit Suisse, contratado por Marsans, 
                                      no puede considerarse como algo serio.
                                    La tasación negativa le impide al 
                                      Estado pagar algo. Si a esto se suman los 
                                      descomunales aportes para sostener a las 
                                      compañías y un pasivo voluminoso 
                                      del que tendría que hacerse cargo 
                                      el Estado (en rigor, más de un tercio 
                                      corresponde a acreencias estatales que nunca 
                                      serán honradas), Planificación 
                                      descuenta que sólo restan trámites 
                                      formales para recuperar Aerolíneas 
                                      y Austral.
                                    La posibilidad de que los españoles 
                                      acudan a tribunales internacionales reclamando 
                                      una indemnización, no preocupa. En 
                                      instancias como la del Ciadi, los accionistas 
                                      extranjeros invocan tratados bilaterales 
                                      que protegen las inversiones foráneas. 
                                      Ahí el talón de Aquiles de 
                                      Marsans. “No invirtieron”, sentencian 
                                      en el Gobierno, lo que invalidaría 
                                      el planteo privado. Luego, habrá 
                                      que probarlo.