24/10/2008 03:50
                                      La Nación - Nota - Opinión 
                                      - Pág.21
                                      ¿Quién cree 
                                      en la palabra oficial?
                                    Por Alejandro Carrió
                                      Para LA NACION
                                      
                                      Durante la campaña para las elecciones 
                                      presidenciales ganadas finalmente por John 
                                      F. Kennedy en los Estados Unidos, sectores 
                                      demócratas habían ideado un 
                                      eslogan tendiente a desacreditar al candidato 
                                      republicano, Richard Nixon: "¿Le 
                                      compraría Ud. un auto usado a este 
                                      hombre?". Se trataba, claro está, 
                                      de un intento de atacar su credibilidad.
                                    En estos días, el país asiste 
                                      a un intenso debate producto de la última 
                                      iniciativa del Gobierno, por la que se busca 
                                      "estatizar" los fondos de las 
                                      jubilaciones y pensiones. Hace no mucho 
                                      las autoridades gubernamentales dieron a 
                                      los ciudadanos la opción, y un gran 
                                      número de ellos prefirió el 
                                      sistema privado al estatal. Con lo cual, 
                                      no estaría mal que fueron esos mismos 
                                      habitantes quienes tomaran una decisión 
                                      de tanta trascendencia para su futuro.
                                    Pero con independencia de la legalidad 
                                      de una medida de esta naturaleza, creo que 
                                      el mayor problema que la iniciativa oficial 
                                      enfrenta es que probablemente una buena 
                                      cantidad de ciudadanos están autorizados 
                                      a desconfiar. ¿Los gobernantes no 
                                      usarán ese dinero en gastos propios 
                                      de la política, o bien en satisfacer 
                                      necesidades de corto de plazo, o en el pago 
                                      de la deuda pública? Están 
                                      autorizados a temer que se les dé 
                                      un destino que no es exactamente el resguardo 
                                      de esos fondos para cuando el jubilado los 
                                      necesite.
                                    Es cierto que nuestras autoridades planean 
                                      dotar al régimen de algún 
                                      tipo de declaración en el sentido 
                                      de que el Estado "garantiza" la 
                                      intangibilidad de esos fondos. El problema 
                                      es que los argentinos, a lo largo de los 
                                      años, nos hemos acostumbrado al escaso, 
                                      cuando directamente nulo, efecto de este 
                                      tipo de declaraciones. Muy pocos meses antes 
                                      de la instalación del corralito y 
                                      de la sanción del régimen 
                                      de pesificación de comienzos de 2002, 
                                      el Congreso había dictado la ley 
                                      25.466, de intangibilidad de depósitos 
                                      bancarios. Allí se había declarado: 
                                      "El "Estado en ningún caso 
                                      podrá alterar las condiciones pactadas 
                                      entre los depositantes y las entidades financieras". 
                                      Todos sabemos qué sucedió 
                                      después.
                                    Es también muy difícil mantener 
                                      la fe en lo que nuestros gobernantes afirman 
                                      cuando nunca se ofrecieron explicaciones 
                                      claras sobre el destino de los fondos públicos 
                                      remitidos al exterior durante los años 
                                      90 por la Provincia de Santa Cruz. Existen 
                                      numerosas investigaciones penales sobre 
                                      variados casos de alegado mal uso de dineros 
                                      públicos.
                                    Cada tanto, algún funcionario aparece 
                                      por la televisión dando explicaciones 
                                      sobre episodios tales como el de la valija 
                                      de Antonini Wilson, la credibilidad del 
                                      Indec, o la reestatización de Aerolíneas 
                                      Argentinas. La pregunta que deberían 
                                      ellos hacerse es cuánta credibilidad 
                                      sus dichos despiertan. Realmente no me sorprendería 
                                      que si en ese momento algún medio 
                                      pusiera al aire una encuesta al estilo de 
                                      "¿Ud. le cree a este funcionario?", 
                                      cosecharía de manera inmediata unas 
                                      cuantas respuestas negativas.
                                    El problema más serio que, en mi 
                                      opinión, enfrentan hoy en día 
                                      nuestros gobernantes es el de su escasa 
                                      credibilidad. Aunque es posible que el equivocado 
                                      sea yo, y que sean muchos aquellos dispuestos, 
                                      de todas maneras, a comprarles un auto usado.
                                    El autor es abogado. Es presidente de la 
                                      Asociación por los Derechos Civiles 
                                      de la República Argentina.